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domingo, 5 de diciembre de 2010

Día 2 en la Minga de Letras - "La MINGA es una lucha"













Fotos por: David Guzmán Figueroa
Crónica por: Laura Oviedo

Quito, sábado 13 de noviembre de 2010

Iniciamos actividades tempranito. Gracias a la constante colaboración de una vecina, que se ha comprometido con el trabajo solo a cambio de ver a los niños jugar y reír, cada sábado de minga tenemos acceso a las lavanderías para prepararnos y dejar nuestras cosas en lugar seguro.

Armamos la carpa, que se ha constituido como el área de lectura y realización de actividades, y nos preparamos para salir a hacer la murga por el barrio. Recorrimos la manzana haciendo la convocatoria a los niños, algunos se nos juntaron en el camino y, con la ayuda de panderetas y silbatos, juntos, pusimos sobre-aviso a los vecinos de que estaban invitados a participar de la MINGA DE LETRAS.


Oh sorpresa! cuando llegamos a las lavanderías, ya había algunos niños esperando, con sus padres algunos otros no, a que iniciara la minga. Qué bacán pensé, los vecinos nos reciben con los brazos abiertos y sonrisa amplia. De a poquito siguieron sumándose guaguas a la ronda del juego. Este día contamos con casi 60 niños!

Comenzamos con ejercicios de calentamiento y dinámicas para que se quiten la pereza: estiramientos, saltos, bostezos y “la batalla del calentamiento”, que no podían faltar para iniciar bien la mañana. Proseguimos con reconocimiento del propio cuerpo con abrazos y observación de la postura corporal para luego dar inicio a los juegos, que sacaron más de una sonrisa de todos los presentes.




Los niños disfrutaron mucho de los juegos. Se notaba que todavía no nos tienen mucha confianza, ¿quiénes serán estos locos? se podía leer en sus miradas. Pero por suerte, contábamos con la presencia de padres de familia que le dieron al lugar un ambiente familiar y además, no se puede negar que cuando de juego se trata a los niños no les importa nada más.

Mientras jugábamos unos vecinos, que viven justo junto a las lavanderías, empezaron a reclamar por el espacio. Estaban bastante molestos porque creían que nos íbamos a adueñar de “su territorio”, alegaban con alevosía, ser dueños de la vereda, la calle y la quebrada también. Ele, y ahora qué se hace con vecinos así, nos preguntamos.




Por suerte había bastantes niños, los padres de familia y otros vecinos, que expusieron su punto de vista, favorable hacia la realización de la actividad para los niños. Eso hizo que la bronca no avanzara a mayores. Los ánimos se exaltaron mucho entre los vecinos que apoyaban a la MINGA, entre nosotros y entre el par de vecinos (madre e hijo) que se creían dueños de la calle. Por más explicaciones que les dábamos los señores no entendían de razones y todo lo tomaban como una afrenta. Llamaron al presidente barrial quien les aclaró las cosas y, a pesar de que no entendieron ni “J” de las explicaciones, se cansaron de pelear y se metieron a su casa. Felizmente, juntos fuimos más fuertes.




Mientras duró la disputa, los niños miraban con ojitos de susto y desconcierto, ¿por qué los adultos actúan así si solo estamos jugando? se habrán preguntado. Para tranquilizarlos y aclarar el embrollo, les dimos una pequeña charlita sobre lo que, lamentablemente, habían presenciado. Una vecina, muy amable, les dio la bienvenida a los guaguas y les dijo que no todos los vecinos son así, que al contrario, la mayoría deseaban que las calles estén llenas de niños jugando.



Inmediatamente pasamos al ejercicio práctico. La consigna era dibujarse a uno mismo. Repartimos hojas de papel, lápices y crayones. Los niños se explayaron bastante en la dibujada y en la pintada, sobre todo. Qué creativos son e incluso pusieron cosas extras a su dibujo, se acompañaron del sol, de flores, de nubes, de montañas.







Pasamos a la parte del cuento y les leímos “Pos si no te lo he dicho” de María Fernanda Heredia. Santiago y yo hicimos la dramatización del cuento. Estuvo súper divertido, puras risas de los guaguas. Fue bastante participativo, unos 4 guaguas pasaron a leer el cuento, que no es largo, y a enseñar las ilustraciones del librito. Los gestos que hicimos sacaron muchas risas. Que calorcito más reconfortante es el que produce la alegría de la gente.












Finalmente volvimos a entregar las hojas donde se habían dibujado cada uno y les pedimos que hicieran otro dibujo al reverso, esta vez, era dibujo libre. También se explayaron y salieron ideas muy creativas. Les encanta pintar y dibujar, ninguno puso objeciones al trabajo, al contrario siempre dieron más. Esto nos hace sentir que, como talleristas, estamos logrando el objetivo de incentivarles. Después de terminados los trabajos les dimos su refrigerio: sánduche de queso y limonada mmm...















Se fueron bastante contentos, los niños y los padres. La discusión vivida el día de hoy, por causa de personas que no visibilizan a los niños en el barrio, nos hizo saber que la MINGA DE LETRAS también es una lucha, una lucha por hacer de esta ciudad un lugar donde los niños puedan ser libres para jugar, reír y soñar, una lucha contra lo absurdo de la gran ciudad, donde los autos y las propiedades son más importantes que los niños y donde los adultos, han olvidado que es lo esencial.


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